15 de noviembre de 2012

A los pies de la Sierra de Valdemeca


Donde el arte se hace Naturaleza / Miguel Romero - 15 / 11 / 2012

Uno que es de aquí y de allá, que haces de tu vida un recorrido constante entre el sentimiento de la verdad, rebuscada entre montaraces logismos, quedas ensimismado cuando encuentras razones de poder para maravillarte de todo cuanto acontece a tu alrededor.
Los que, como yo, curtimos canas, recuerdas aquellas actividades de nuestros abuelos, hechos a fuerza de sacar “pan de las piedras” de ese ingrato terruño que embarga la Sierra de Cuenca, embaucando tus sentimientos en otros duros menesteres, tal cual el alma del leñador en esos pinares de ensueño o quizás, arrancando la sabia con la hechura del resinero, un hombre habituado al esfuerzo para obtener la economía familiar.
Y si cabe más, en el recuerdo de mi retina aún sobrevive aquellas actividades propias de nuestra tradición rural campesina más sólida, cuando se segaba a fuerza de hoz y zoqueta, se acarreaba con los buenos mulos de carga y algún que otro asno bien hacendado, se trillaba a fuerza de trilla y par de mulas, con asiento de aneas, abuela y nietos navegando mientras el grano quedaba fuera de la paja para, una vez aventada la misma, quedase para su recogida. Eran días duros y sacrificados pero felices por mantener el valor de la vida a fuerza de esfuerzo compartido.
Pero en aquellos montes, los ganados de ovejas, cabras y reses bovinas invadían los buenos pastos, mientras los pastores a fuerza del buen gazpacho recorrían pastos y veredas, rochos y arrofríos entre inviernos crudos de trashumancia y veranos calurosos en tierras de frescores verdinales.
Luego, en las aldeas, los rentos y los pueblos, las gentes vivían de sus menesteres, haciendo familia bien avenida, iban a la fuente con sus cántaros para recoger el agua de consumo habitual, llevaban el cerdo a pasear, recogían los huevos del corral y atendían a sus animales diariamente. Los niños, jugaban en el parque, en el patio de las Escuelas o en la plaza del pueblo, a los típicos juegos de niños que todos recordamos con nostalgia, mientras los hombres alternaban en la taberna, tomaban el sol en la plazuela y atendían sus labores de campo en tiempos para ello. La vida rural era ejemplar.
En tiempos de fiesta, la devoción y el jolgorio llenaban de orgullo a sus habitantes, mientras la patrona o el patrón del lugar bendecía campos y hogares. Los toros, las joyas, las verbenas y los juegos populares, sin dejar de lado el baile de la bandera y los Cargos, componían esas tradiciones al sonido de la guitarra o de la acordeón.
Todo esto y si cabe, todavía más, lo ha hecho Arte con maestría y belleza, un gran artista, Luis Zafrilla, un hombre forjado en la dureza de la vida, emigrante por necesidad y educado en el respeto y los valores de unas generaciones hechas para el ejemplo.
Luis, pintor, escultor y sobre todo, “hombre de bien” ha plasmado con belleza y originalidad todas y cada una de las múltiples escenas de una vida rural en pleno contenido simbiótico.
Él, haciendo gala de que las personas más felices parecen ser aquellas que no tienen motivo especial para serlo, salvo que lo son, ha conseguido hacer realidad el sueño de toda una vida dedicada a plasmar creatividad en excelente perfección y dominio.
En su pueblo, en su Tierra, la Sierra de Cuenca, entre sus gentes, con sus amigos y al lado de su familia, ha hecho que un lugar, de por sí, maravilloso como es Valdemeca, a camino entre la Sierra Alta y la Sierra Baja, entre pinares excelsos, aguas salvajes, caminos y rodenales, sea el marco ideal para exponer su obra, su magnífica obra, para que todos sus vecinos y visitantes, lleguen al disfrute y a la solemnidad del arte y la costumbre.
Entre el Acero Cortén y la Pintura, ha dado forma a todas las manifestaciones tradicionales de los pueblos, ubicando cada escena en un lugar apropiado, entre la Naturaleza más pura y bella que puede ofrecernos el lugar, recorriendo caminos, parques, parajes, terrenos y calles.
Una primera fase que dará continuidad en una segunda, para completar un magnífico Proyecto ideado muchos años atrás y que ahora, a fuerza de esfuerzo y ayudas, está haciendo realidad, maravillando a quien tiene el honor de visitar y a los que, desde mi púlpito, animo a hacerlo porque, amigos, sin duda, merece la pena. ¡Háganlo¡

¿Cómo llegar?
Desde Cuenca o desde Valencia, desde Madrid o Barcelona, todos los caminos nos conducen, si uno quiere llegar al lugar.
Desde Barcelona y Valencia, bien por Sinarcas hasta encontrar por la Huérguina o por Boniches, la carretera N-420 (Córdoba-Tarragona) en su cruce te llevará a Cañete, punto de intersección, para cruzar sus murallas y camino de tierras de Campillos Sierra, la Huerta y Laguna del Marquesado (CM-2106), arribar a Valdemeca, lugar de encuentro.
Desde Madrid, por Cuenca, coger la N-420 que nos llevará por Fuentes y Cañete para reencontrarnos con el mismo recorrido anterior, o bien, desde Madrid por Cuenca y luego en la misma ciudad, coger la CM-2105 que nos conducirá por el paraje del Chantre, Villalba de la Sierra y Uña, por unos lugares de ensueño, cruzar Huélamo y antes de llegar a Tragacete, coger el desvío que nos advierte la llegada a Valdemeca (CM-2106).

¿Qué ver?
La llegada a Valdemeca, entre sus altas montañas, valles y prados, te envuelve entre la fantasía de un paisaje infinito. El caserío, acurrucado sobre una elevación que domina la parroquial y su plaza mayor, envuelve un recorrido de calles y callejas, donde sus casas, muchas de ellas aún encaladas, ahora se rodean de preciosos chalets de piedra y madera, consiguiendo un entorno preciosista donde alterna lo tradicional con lo vanguardista. Sus gentes, las pocas que residen en invierno, han adintelado la forma de vida, haciendo del lugar un reencuentro de pasado y presente.
A su alrededor y camino de las Cruces y la Plaza de Toros, el recorrido te embauca con las escenas de un particular y original ARTE que ha creado con suma destreza y el tiempo de artista, Luis Zafrilla.
Y aún así, el Centro de Interpretación o Museo, la artesanía de Moisés, el mantenimiento de sus tradiciones, la buena gastronomía y sus Casas Rurales hacen de este lugar enclavado en el Parque natural de la Sierra de Cuenca, lugar de encuentro.

¿Dónde comer y dónde alojarse?
Los lugares próximos te ofrecen la posibilidad de comer en buenos y excelentes restaurantes, tal cual en Tragacete, Cañete o Las Majadas, pero también, alojarse en buenos Hostales a precios competitivos. Pero, siempre y en este caso, tomando como Centro de Recreo, visita y disfrute, la localidad de Valdemeca y el Museo del Arte entre naturaleza viva.
Visiten la obra de Luis Zafrilla y quedarán maravillados, se lo aseguro.

Miguel Romero Saiz
Académico Correspondiente de la Real Academia de la Historia
Cronista de la Sierra.

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